sábado, 11 de febrero de 2012

Reformas, procesos de política y satisfacción ciudadana en América Latina


José Del Tronco[1]
Resumen Ejecutivo
En América Latina, las políticas públicas han oscilado entre los cambios abruptos y las inercias estructurales. Por un lado, el modelo desarrollista[2] –vigente hasta la década de 1980- se ha transformado; no sólo al ritmo de las propias necesidades sino fundamentalmente a la luz de las experiencias exitosas de otras regiones, dando paso a un esquema abierto y mercado-céntrico donde el Estado ha perdido su papel rector. Por el otro, los procesos de formulación de políticas públicas se mantuvieron casi inalterados, incapaces de adaptarse en muchas áreas de política a los cambios operados en el entorno económico y social. ¿Están relacionados ambos procesos? ¿Es posible vincular el grado de profundidad con que fueron introducidas las reformas con la calidad de los procesos de formulación de políticas en cada país? ¿Son los países donde las reformas fueron más exitosas aquellos donde las políticas públicas son formuladas con menor “calidad”? A través de un análisis que vincula los resultados macro y microeconómicos con las dimensiones de la calidad de las políticas públicas, y las actitudes de los ciudadanos latinoamericanos (a partir de las encuestas de Latinobarómetro), el presente trabajo postula que las reformas cumplieron con algunos de sus objetivos de política económica, pero ello fue –en buena medida- a costa de los resultados microeconómicos, de la calidad del proceso de formulación de políticas, y finalmente de la satisfacción de los ciudadanos con el funcionamiento de la democracia.

Palabras clave: Reformas estructurales, procesos de formulación de políticas, satisfacción con la democracia, América Latina

Introducción
En la actualidad, no menos que hace una década, las llamadas reformas estructurales están en el centro del debate político. Las declaraciones a favor de su implementación como “la” solución que necesita el país para salir de sus diversos atolladeros económicos y sociales, así como la denostación de las mismas a partir de las experiencias propias y ajenas a lo largo del continente, obligan a un análisis todavía ausente en la literatura de las políticas públicas.
El alcance de las llamadas reformas estructurales, si bien diverso a lo largo de la región latinoamericana, fue –en general- significativo, produciendo cambios espectaculares en el grado de intervención estatal —limitaciones en su campo de acción, reestructuración de las cargas tributarias, privatizaciones masivas, disminución del gasto público y de la inversión pública muy notables— que otorgaron mucho más espacio a los agentes privados. Estos cambios fueron especialmente intensos y duraderos en las relaciones comerciales y financieras de los países con el exterior (French Davis, 2001).
Pese a ello, los procesos de diseño y formulación de políticas públicas no se modificaron sustancialmente. Más allá de los discursos favorables a la instrumentación de un modelo de innovación y mejora continua en las estructuras administrativas del sector público (Vergara y García de Alba, 2002), la realidad de la gestión se ha mantenido, en buena medida, sin grandes cambios.
De hecho, las reformas estructurales partieron del supuesto de que todo cambio institucional per se modifica el comportamiento de los agentes vía la transformación de los esquemas de incentivos (Peters, 2003), pero la realidad mostró una pintura diferente. Las mismas reformas tuvieron distintos resultados en función del contexto en el que fueron implementadas.
Este trabajo postula que las reformas estructurales implementadas a partir del llamado Consenso de Washington a lo largo de toda América Latina, cumplieron con el primero de sus objetivos –el aprendizaje y la adopción, si bien no siempre adecuada, de buenas prácticas, fundamentalmente, en el ámbito macroeconómico- pero no con el segundo y no menos fundamental: la consolidación de procesos de formulación de políticas (PFP) que faciliten una rápida adaptación a los cambios en las condiciones externas, y hagan posible modificar el rumbo de las políticas cuando los resultados no son los esperados (Stein y otros, 2006).
¿Cuáles son las consecuencias de esta asimetría? ¿Si el combate a la pobreza y a la desigualdad (problemas centrales y urgentes de la realidad latinoamericana) requiere de políticas costo-efectivas (capaces de lograr cambios significativos a un bajo costo financiero y administrativo) cómo inciden los bajos niveles de calidad en los procesos de formulación de políticas? ¿Qué impacto ha tenido sobre la opinión pública la disociación entre los resultados macroeconómicos por un lado, y los indicadores sociales por el otro?
Este artículo explora y analiza las características de estos dilemas. En un primer apartado, se presentan los logros de las reformas, aquellos avances alcanzados como consecuencia de su implementación. En un segundo momento, se echa luz sobre las agendas pendientes, aquellos problemas que las reformas no pudieron resolver o contribuyeron a profundizar. En una tercera sección, se analiza, por un lado, la relación existente entre la profundidad de las reformas y la calidad de las políticas, y por otro, se explora en qué medida las reformas estructurales han afectado la satisfacción de los ciudadanos con el desempeño de la democracia en el continente[3]. En la cuarta sección, se presentan las conclusiones.


TEXTO COMPLETO EN:
http://es.scribd.com/doc/81290828/Jose-del-Tronco-Reformas-y-procesos-de-politica-en-LATAM-Revista-CESOP