jueves, 24 de noviembre de 2011

Combatiendo la crisis a través de programas focalizados en las mujeres: Lecciones de la experiencia latinoamericana en la última década


José Del Tronco Paganelli[1]
FLACSO México

Resumen Ejecutivo
Los programas de transferencia de ingresos constituyen un mecanismo eficaz para la redistribución de ingresos por su capacidad para extender la protección social hacia sectores más vulnerables estimulando la inversión en capital humano de los más desfavorecidos (de Ferranti, et al, 2004).¿Cómo han operado estos programas y qué impactos han tenido sobre la autonomía de la mujer, considerada ésta última como un fenómeno multidimensional caracterizado por “la capacidad de decidir, sin más restricciones que los valores, gustos y preferencias”? ¿Qué lecciones nos dejan estas experiencias de cara al diseño de políticas públicas que más allá de mitigar con posterioridad los efectos de las crisis, puedan reducir –de antemano- la vulnerabilidad del colectivo femenino frente a las mismas?

Palabras clave: Transferencias condicionadas, crisis económica, autonomía de la mujer

Cash Transfer Programs are an effective mechanism to redistribute given their ability to extend social protection to unprivileged sectors of the population (de Ferranti, et al, 2004). How have them operated and what kind of impacts have generated on women empowerment? What kind of lections could be learned from these programs in terms to reduce women vulnerability as a result of economic crisis?

Palabras clave: Cash Transfer Programs, economic crisis, women empowerment

Introducción
Los programas de transferencia de ingresos son una respuesta común de política social frente a las crisis macroeconómicas. Para los organismos financieros internacionales, estos programas constituyen un mecanismo eficaz para la redistribución de ingresos por su capacidad para extender la protección social hacia sectores más vulnerables, estimulando la inversión en capital humano de los más desfavorecidos (De Ferranti et al., 2004). Si bien, en la práctica, los objetivos varían, la meta común (ya sea implícita o explícita) es ayudar a proteger el nivel de vida de las familias más afectadas por las crisis (Ravallion y Galasso, 2003).
En América Latina, desde fines de los años noventa, se ha reforzado la tendencia a la implementación de programas de transferencias condicionadas (PTCs). Las ventajas (no siempre evidentes) de estos programas son, de acuerdo con la literatura especializada, las siguientes: (a) Los PTC’s dan a la familia la responsabilidad de su propio progreso, y permiten que los programas trasciendan las barreras de lo político; (b) a través de las transferencias se consigue un mejor uso de los recursos, (c) las familias tienen la posibilidad de tener autonomía sobre la decisión de “en qué gastar” el recurso monetario que reciben; (d) los PTC’s focalizados en mujeres permiten luchar contra los problemas de género porque aumentan la autonomía económica de éstas últimas; (e) ofrecen una buena posición para superar el problema de información asimétrica, dado que las familias tienen mejor información sobre sus necesidades que el gobierno; (f) tienen la capacidad de cumplir múltiples objetivos—como por ejemplo salud, nutrición, y educación—a través de un solo instrumento, el dinero en efectivo o cash, y (g) facilitan una mejor focalización de los pobres que subsidios generales o inversiones en infraestructura, a través de menos errores de inclusión. Asimismo, en términos de efectividad, las ventajas más citadas incluyen: (a) el empoderamiento de las familias, al dárseles la oportunidad de tomar decisiones necesarias a través de mecanismos de “co-responsabilidad”, (b) el establecimiento de una red de protección social necesaria, tanto en una crisis como en tiempos normales, (c) la comprobada capacidad de generar impactos positivos y significativos sobre el bienestar de los beneficiarios, principalmente en salud y educación, y; (d) la creación de un efecto multiplicador en comunidades locales (Ayala, 2003).
El ánimo de este trabajo es responder si esta clase de programas, implementados en tiempos de crisis económica como la que asoló al mundo desarrollado –y afectó a América Latina- en 2008, han tenido un impacto significativo sobre la autonomía de las mujeres beneficiarias. La hipótesis aquí planteada es que existe una diferencia significativa entre la feminización de la asistencia social y una política social con perspectiva de género, y que las “contraprestaciones” (condiciones) exigidas por los programas pueden constituirse en un elemento clave para aumentar o disminuir la autonomía de las mujeres beneficiarias.
Partiendo de una conceptualización multidimensional de la pobreza, y en particular, de la pobreza de género (Arriagada, 2005; CEPAL, 2004; Sen, 1991), se presentará, en primer lugar, un esquema analítico acerca de la desigualdad de género, sus posibles determinantes y sus consecuencias sobre la autonomía de las mujeres. Seguidamente, se hará un breve repaso sobre el impacto de las crisis económicas sobre la situación de las mujeres en América Latina, y a continuación, se analiza el efecto de las PTC´s sobre la autonomía de la mujer en situaciones de crisis, a partir de un estudio comparativo de dos programas de transferencias de ingreso (el “Bono Solidario”, implementado por el Gobierno ecuatoriano a partir de la crisis del año 1998, tuvo por beneficiarias predominantes a madres de familia, que debían –a cambio de la asistencia-, velar por la salud, alimentación y educación de sus hijos, y el Plan “Jefas y Jefes de Hogar Desocupados”, diseñado por el gobierno argentino durante la depresión económica de 2001-2002, que incluyó de forma no intencional una mayoría de beneficiarias de género femenino). A modo de cierre, se presenta algunas posibles implicaciones de cada modalidad para la desigualdad de género y la autonomía de las mujeres participantes así como algunos apuntes para investigaciones futuras.