sábado, 3 de enero de 2015

SOBRE PALESTINA ( varios textos )


La soledad de Palestina
La soledad actual de los palestinos demuestra cómo esa era apenas una de las tantas dificultades que tienen que enfrentar para sobrevivir. El derecho elemental de tener un Estado Palestino, al igual que existe el israelí, es bloqueado por EE.UU. en el Consejo de Seguridad y la ONU no hace nada.
Por Emir Sader
http://www.telesurtv.net/articulos/2014/07/10/la-soledad-de-palestina-4583.html

"Lo más difícil es ser víctima de las víctimas", decía Edward Said, para expresar una de las dimensiones de los obstáculos que encuentran los palestinos para luchar contra la ocupación israelí de sus territorios.

La soledad actual de los palestinos demuestra cómo esa era apenas una de las tantas dificultades que ellos tienen que enfrentar para poder sobrevivir. El derecho elemental, aprobado hace décadas por las Naciones Unidas, de tener un Estado Palestino, al igual que existe el Estado de Israel, es bloqueado por el voto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad y la ONU no hace nada para cambiar tal actitud.

Palestina sigue siendo dos territorios discontinuos –Cisjordania y Gaza–, el primero descuartizado por los muros, violado por asentamientos judíos y ocupado militarmente. Gaza, cercada y atacada cada tanto, impunemente. No existe como Estado y se intenta que deje de existir como territorios aislados, al hacer que sea económicamente inviable y humanamente insostenible.

Todos debieran ir a Palestina –a Cisjordania, y si lo logran, también a Gaza– para tener idea de lo que es vivir bajo ocupación de un ejército racista. Para ver lo que significan cotidianamente los muros, que separan a vecinos, a parientes, a niños que antes jugaban juntos en la calle. Cómo las señoras palestinas tienen que caminar kilómetros para poder cruzar hacia el otro lado, sometidas al arbitrio de jóvenes militares racistas de Israel, que controlan los pasos.

Para ver cómo ese mismo tipo de jóvenes sale por las noches, protegido por fuerzas militares de Israel, para destruir bienes de los palestinos, incluidos olivares, que tardan un siglo para crecer. Que tiran basura en calles de los palestinos, quienes tienen que poner redes de protección para defenderse.

Para sentir cómo los palestinos son atacados también en su orgullo, en sus espacios mínimos de vida, hay que ir a Palestina: a Cisjordania y, de ser posible, a Gaza.

Nada de todos estos sufrimientos justifica acciones violentas, aunque uno piensa, cuando está allá, ¡cómo hacen los palestinos para no reaccionar al terrorismo cotidiano que se ejerce en contra de ellos


Incluso porque lo primero es la unidad nacional de Palestina, porque se trata de una lucha contra el invasor, hay que unir el país para expulsarlo. En segundo, dada la correlación de fuerzas internacional, hay que contar con sectores en Israel que se convenzan que no vale la pena la ocupación permanente de Palestina y las incertidumbres que ello trae para los mismos israelíes.

Hoy se puede decir que la construcción de un Estado Palestino está en punto cero. Existe el acuerdo de reunificación entre Gaza y Cisjordania, pero Israel afirma que no negocia con un gobierno nacido de ese acuerdo, porque Hamas no reconoce al Estado de Israel. Mahmoud Hamas ya dijo que el nuevo gobierno sí lo reconocerá, pero Israel usa cualquier pretexto para no avanzar en negociaciones, que sólo pueden conducir al reconocimiento del Estado palestino.

La nueva ofensiva brutal de Israel sobre la desprotegida Gaza revela, una vez más, la soledad de los palestinos. No pueden contar con nadie que detenga a Israel. Nadie que se juegue, en contra de Estados Unidos, por la existencia del Estado Palestino.


21/07/2014 - 20:04h
No basta con llorar, hay que actuar
Lo relevante en Gaza es que, ante la inexistencia de auténticos mecanismos de exigencia de responsabilidades, los criminales se crecen y tienden, de forma natural, a la reiteración delictiva
Israel no está actuando de forma distinta a como lo haría cualquier asesino en serie: mientras no me pillen, sigo a lo mío
Gonzalo Boye Tuset

En 2009 me invitaron a formar parte del Comité Independiente de Juristas de la Liga Árabe para determinar, desde una perspectiva jurídica, lo sucedido en Gaza durante la operación " Plomo Fundido"; fue un trabajo duro, brutal en lo emocional y estimulante en lo profesional. Como consecuencia de dicha misión elaboramos un informe, al que denominamos " No Safe Place" y cuyas conclusiones, lamentablemente, siguen siendo válidas.

Sobre lo sucedido en "Plomo Fundido", determinamos que miembros de las fuerzas armadas de Israel habían cometido crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y, posiblemente, genocidio; también se estableció que el Estado de Israel era responsable de los actos cometidos por sus militares de acuerdo a los criterios establecidos por la Comisión Legal Internacional en su informe de 2001.

Y, al respecto, recomendamos que el propio Estado de Israel activase su jurisdicción penal para la investigación de tales crímenes, pero siendo conscientes de que esta propuesta no sería admitida por las autoridades israelíes, planteábamos que los caminos a seguir pasaban por la persecución de los responsables en terceros países, en base al uso de la Jurisdicción Universal y, de forma complementaria, que se activasen los mecanismos para acudir a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional (CPI).

Muchos se plantearon que la CPI no tenía Jurisdicción porque Israel no era parte del Estatuto de Roma y Palestina no estaba reconocido como estado; en realidad, nuestra propuesta, que sigue siendo válida en el momento actual, consistía en que sobre la base del artículo 13 del Estatuto de Roma fuese el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el que refiriese el caso al Fiscal de la Corte Penal Internacional.

Entonces, como ahora, soy plenamente consciente de que ese camino es legalmente posible pero políticamente improbable porque los estados miembros del Consejo de Seguridad, siguiendo las directrices de EEUU, no están preparados para, alejándose de culpas históricas, asumir que Israel se ha transformado en un Estado que comete los más serios crímenes que conoce nuestro ordenamiento internacional y que merece tener su propio proceso de Núremberg.

Transcurridos cinco años no sólo no se han seguido esas recomendaciones sino que, además, se ha generado un escenario en el cual gobiernos cobardes y cómplices de la barbarie, entre los que destacan el del PSOE con la reforma de 2009 y el del PP con la de 2014, han desmontado aquellos mecanismos que permitían perseguir, mediante el uso de la Jurisdicción Universal, este tipo de crímenes para que la impunidad no sea el alimento de la siguiente barbarie.

Sin entrar a discutir la etiología delictiva de lo que está sucediendo en Gaza lo relevante es que ante la inexistencia de auténticos mecanismos de exigencias de responsabilidades, los criminales se crecen y tienden, de forma natural, a la reiteración delictiva; Israel no está actuando de forma distinta a como lo haría cualquier asesino en serie: mientras no me pillen, sigo a lo mío.

Nada cambiará, excepto el número de víctimas. Mientras, la comunidad internacional no asume que lo que se necesita es una respuesta dura o durísima, a través de los instrumentos jurídicos existentes, para exigir responsabilidades penales a quienes forman parte de la cadena de mando de tan atroces crímenes como los que estamos viendo a diario en aquellos medios que no se han posicionado de forma "equidistante" entre verdugos y víctimas, como si la equidistancia fuese posible.

Pero no todo pasa, de forma exclusiva, por la exigencia de responsabilidades penales, también deben exigirse aquellas de carácter político, social y económico que hagan ver a una sociedad enferma, que ya no forma parte de la comunidad internacional. En su día se hizo con la Sudáfrica racista y hoy debe hacerse con ese Israel que sustenta su existencia y proceso de expansión territorial en el crimen de guerra, en el crimen de lesa humanidad y, posiblemente, en el genocidio visto desde una perspectiva de actuación individual, como en su momento valoraron en los Tribunales Penales para la ex-Yugoslavia en la sentencia del caso Prosecutor v Kupreskic de la ICTY.

Los mecanismos de exigencias de responsabilidades políticas son muy variados y, sin duda, habrá de comenzarse por su aislamiento político, por el distanciamiento y enfriamiento en las relaciones diplomáticas, por la generación de escenarios políticos de exigencia de responsabilidades y por la cancelación de cualesquiera acuerdos políticos que beneficien al Estado de Israel e, incluso, la exigencia de visados para que sus ciudadanos puedan visitar nuestros países.

En lo social habrá de acudirse a mecanismos de boicot similares a los utilizados para derribar el apartheid en Sudáfrica. No existe ninguna razón ética, social, geográfica o política que permita que Israel participe en competiciones deportivas o musicales europeas cuando es evidente que no compartimos los valores que motivan a Israel a asesinar masivamente civiles, amparándose en lo que ellos denominan "defensa propia".

Los ciudadanos de Israel tienen que visualizar que nosotros, la comunidad internacional, no compartimos sus valores y que mientras no los cambien no queremos, ni tan siquiera, practicar deportes o siquiera cantar con ellos. A quienes les parezca absurdo este planteamiento, les recuerdo el daño que hizo a los racistas del apartheid el que sus equipos de rugby no pudiesen jugar a nivel internacional.

El éxito del boicot a la Sudáfrica racista radicó en su generalización y, especialmente, en que también afectó a aquellos extranjeros que acudían a dicho país amparándose en que solo eran deportistas, cantantes o intelectuales ajenos a la política; el boicot a este tipo de situaciones no es una postura política sino ética que mientras más generalizada más valiosa resulta.

En lo económico, el castigo tiene diversas vertientes pero las principales son la supresión de cualesquiera acuerdos comerciales que existan con Israel, el no consumir productos israelíes, el denunciar a las empresas que invierten o hacen negocios en o con Israel y, también, a las que aportan medios y tecnología para la comisión de los crímenes que estamos denunciando.

Al igual que dijimos en 2009, los pasos legales a seguir son muy claros y necesarios pero ahora corresponde ir más allá y proceder a aislar a Israel y hacerles ver que, mientras no abandonen su política criminal contra Palestina, no compartiremos nada con ellos.

Ya no es tiempo de llorar sino de actuar y cada uno de nosotros puede y debe hacer de esta causa y boicot una trinchera desde la que combatir, con los mimbres de la no violencia activa, en contra de quienes han hecho del crimen de guerra, del crimen de lesa humanidad y, posiblemente, del genocidio su causa de existir, porque esto es lo menos que le debemos a un pueblo al que hace mucho tiempo abandonamos a su suerte: el palestino.

Lunes 14 de julio de 2014
La culpa es de las víctimas
Santiago Alba Rico

Me disponía a escribir sobre el documental de un periodista amigo (al que luego me referiré) cuando se ha interpuesto en mi camino la enésima imagen del entierro de un niño palestino. ¿Por qué tantas imágenes de entierros de niños palestinos? Podría pensarse en la respuesta más fácil: porque Israel mata muchos niños palestinos. Y podría pensarse también, por tanto, que estas imágenes publicadas por los medios de comunicación constituyen una poderosa herramienta de denuncia de los crímenes sufridos por la población de Palestina desde hace sesenta años a manos del ejército israelí.

No sé. Puede que se trate de un exceso de suspicacia, pero me sorprende la insistencia en asociar mediáticamente el destino de los palestinos -y de los árabes en general- a estas imágenes de ceremonias funerarias colectivas. Cuando matan a un niño en España (pienso, por ejemplo, en la trágicamente célebre Asunta) ningún periódico publica imágenes de su cadáver ni tampoco de su entierro. De manera espontánea se buscan imágenes del niño vivo, sonriente, lleno de vida, lo que permite calibrar mejor el dolor de los supervivientes y el horror de la acción cometida. De los niños palestinos muertos -de los palestinos y árabes en general- no vemos nunca imágenes de cuando estaban vivos y se asemejaban a nosotros. Sólo aparecen después de muertos y sólo como muertos. Con independencia de si hay más o menos premeditación en esta práctica periodística, lo cierto es que los niños palestinos -los árabes en general- sólo comparecen ante nuestra vista cuando los van a enterrar. Los entierros árabes tienen una fuerte dimensión colectiva y, cuando se trata de niños asesinados, un inevitable y comprensible componente emocional. Como además, y al contrario que en la tradición cristiana, el cadáver no está alojado en un ataúd sino que es sostenido por los parientes envuelto en un lienzo, la ceremonia, llena de ira, adquiere a los ojos de un occidental un tono exótico y exhibicionista.

El entierro de un niño palestino -de los árabes en general- sugieren mediáticamente, en efecto, dos ilusiones paradójicas: exotismo y violencia. El exotismo de una cultura exhibicionista que no oculta sus muertos y la violencia de una cultura fuertemente colectiva que exige siempre venganza. Como nunca vemos niños palestinos vivos jugando al balón o abrazando a sus madres o comiéndose un helado, la recurrencia de la imagen del entierro impone en la opinión pública la idea del culto a la muerte y del desprecio violento por la vida. En definitiva, cuando matan, pero también cuando se les mata (lo que es mucho más frecuente) los palestinos son asociados a la violencia y la muerte, lo que explica en parte la naturalidad con que aceptamos su asesinato, menospreciamos el dolor de sus padres y hasta aplaudimos la barbarie de sus asesinos. Por una terrorífica paradoja asentada en siglos de orientalismo y décadas de islamofobia, las imágenes de entierros de niños palestinos, en lugar de mostrarnos el dolor de un pueblo y la ignominia de Israel, parecen justificar la violencia de que han sido objeto como si se la hubiesen auto-infligido o se la hubieran infligido sus coléricos parientes, y desde luego vienen a desactivar todo movimiento de empatía por nuestra parte. Por eso -pido desde aquí a los medios de comunicación- cuantos más palestinos mate Israel más deberían los periodistas buscar y ofrecer imágenes de palestinos vivos: la muerte sólo nos afecta cuando “conocemos” a la víctima; es decir, si la víctima jugaba al fútbol, se dormía en clase de matemáticas y soñaba con ser de mayor astronauta o bombero. Cuando ofrecemos imágenes de entierros de niños palestinos, ocurre que, antes de que lo haga Israel, nosotros ya les hemos robado la vida. Así es muy fácil matarlos, así estamos casi autorizando a Israel a que siga matándolos.

Pero contémoslo de nuevo. Al final de la Segunda Guerra Mundial se producen en Europa tres acontecimientos que aún determinan nuestra historia presente. El primero, durante los famosos Procesos de Nuremberg, tiene que ver con la legalización de facto de los bombardeos aéreos. Mientras que, en efecto, se declara para siempre abominable el modelo Auschwitz -la deshumanización y exterminio horizontal del otro- se autoriza o al menos se proclama aceptable el modelo Hiroshima, que es el de los vencedores. Desde 1945 hasta nuestros días, la deshumanización y exterminio vertical del otro se asume como rutinaria o como no penalizable: al día siguiente de la liberación de los nazis, la Francia colonial bombardeaba Argelia y Siria y hemos seguido con eso todos los días sin excepción durante setenta años: ahora mismo bombardean los drones estadounidenses Pakistán o Yemen, los aviones de Bachar Al-Assad a su propio pueblo y los F-16 de Israel a los palestinos de Gaza. Todos esos bombardeos nos impresionan tanto como una tormenta de verano y, desde luego, mucho menos que una cuchillada en el metro.

El segundo acontecimiento tiene que ver con el fracaso de un plan europeo para exterminar a todos los judíos de Europa. Ese plan se llamaba nazismo y costó millones de muertos, judíos y no judíos. Fue felizmente -justamente- condenado en Nuremberg como un crimen abominable contra el conjunto de la Humanidad.

El tercer acontecimiento tiene que ver, por el contrario, con el éxito de un plan europeo para expulsar a todos los judíos de Europa. Ese plan se llamaba sionismo y logró su propósito con la colaboración del antisemitismo europeo que comprendió las ventajas de librarse de los judíos, como llevaba siglos queriendo hacer, mientras utilizaba sus servicios en los territorios del ex-imperio otomano. El sionismo fue y sigue siendo un plan europeo, no judío, de colonización del mundo árabe (así lo presentó Theodor Herzl al gobierno inglés de la época) desarrollado con la colaboración de las clases dirigentes europeas y árabes y en detrimento de todos los pueblos de la zona. Paradójicamente, tras siglos de persecución, los judíos sólo fueron reconocidos como europeos cuando salieron de Europa y en la medida en que se comportaron y comportan como europeos: es decir, como sionistas. El sionismo es el paradójico triunfo del asimilacionismo a costa de los palestinos y de los propios judíos, explotados o perseguidos por una ideología que los quiere obligar a identificarse con un proyecto abiertamente racista y criminal.

Pues bien, lo más singular es que, de estos tres acontecimientos, el único que parece conmover hoy a gobiernos y opiniones públicas es el único que la historia ha dejado atrás y que es muy improbable que se repita: me refiero al exterminio nazi. Mientras que el ‘holocausto judío’ nos conmueve y horroriza -muy justamente- como si siguiese produciéndose y debiéramos evitarlo, los cotidianos asesinatos desde el aire (de EEUU, el régimen sirio o Israel) y la ocupación sionista de Palestina, que están realmente ocurriendo y que deberíamos evitar, nos dejan bastante indiferentes. Los nuevos bombardeos sobre Gaza, que cuando escribo estas líneas han matado ya a setenta palestinos, incluidos niños y mujeres, son aceptables para los europeos porque son bombardeos, sí, y además porque el sionismo, como plan europeo que es desde sus orígenes, cuenta con el apoyo de los gobiernos de Europa y de buena parte de sus medios de comunicación, que alimentan la propaganda sionista orientada a convertir a los nuevos ‘judíos’ (‘los judíos de los judíos’, como dice Khoury) en herederos de los nazis; es decir, que convierte a los verdugos en víctimas y a las víctimas en verdugos. Con tanto éxito que hasta los entierros de los niños palestinos asesinados por el ejército israelí acaban pareciéndonos “agresiones antisemitas” contra Israel.

La ‘asimilación’ triunfante y paradójica de los sionistas europeos (en Palestina) nos impide columbrar la verdad bajo los trajes de Armani y los equipos de fútbol en la Champions League: que a quien realmente se asemeja Israel, por su ideología y sus prácticas, es al Estado Islámico de Iraq y Levante, hoy ya Califato yihadista en Oriente Próximo. Mientras Europa y EEUU no lo comprendan y sigan apoyando a Israel no habrá paz ni democracia ni justicia en esta región del mundo; mientras nuestros medios de comunicación no traten igual a Israel y al EIIL no habrá ni paz ni justicia ni democracia en la región.

Entre tanto, los nuevos viejos bombardeos de Israel expresan también las dificultades en que se encuentra y las amenazas que entraña para todos. Frente a la reconciliación en ciernes entre Hamas y Fatah, y con el objeto de impedirla, frente al pragmático distanciamiento relativo de EEUU y la UE y con el objeto de reducirlo, Israel ha tocado la única tecla que sabe pulsar: la de la violencia y la muerte. Le funciona. Sabe que funciona. Cada vez que están a punto de cambiar las cosas, cuando surgen nuevas propuestas o se introducen elementos nuevos en las relaciones de fuerza, Israel recurre a los bombardeos, que actualizan -como un programa informático- todos los datos, devolviéndolos a su vieja simplicidad original: Israel mata y occidente cierra filas. Mientras los EEUU y Europa no le fuercen nada cambiará en Oriente Próximo e Israel seguirá respondiendo a cada nueva coyuntura con destrucción de casas y vidas palestinas. Pero atención: si EEUU y Europa forzaran a Israel, la respuesta de Israel podría ser aún más violenta y destructiva. El elemento ideológico y fanático del sionismo convierte a Israel, como a EIIL, en la fuerza más irracional, imprevisible y potencialmente peligrosa (¡Con bombas atómicas!) de la región.

No olvido el documental de mi amigo Gabriele del Grande, enorme periodista italiano que lleva años ocupándose de las víctimas de las políticas migratorias europeas y que ha cubierto en los últimos años, desde el compromiso informativo y humano, la guerra de Siria. Su documental, Io sto con la sposa, que cierra esta semana la campaña de financiación mediante crowdfunding, es algo así como una narración performativa, pues narra una historia al mismo tiempo que la historia misma se realiza como denuncia política y acto militante de desobediencia civil. Del Grande y el poeta sirio palestino Khaled Soliman Al-Nassery ayudan a cinco palestinos y sirios que han desembarcado en Lampedusa huyendo de la guerra a llegar hasta Suecia. Para ello escenifican una falsa boda cuyo cortejo recorre en coche Italia, Francia, Alemania y Dinamarca, en un viaje en definitiva ‘ilegal’ que denuncia la política de fronteras y descubre asimismo otra Europa posible en la que la solidaridad y la valentía son la cara incusa de la indiferencia con que contemplamos el mundo árabe (y el mundo no europeo en general). Io sto con la sposa, en resumen, introduce el efecto inverso al de la imagen del entierro del niño palestino arriba analizado: palestinos y sirios vivos cantan, se besan, recitan y hablan de sí mismos y de sus muertos -que reviven por ello-, iluminando así la ferocidad de todos los verdugos y la complicidad de una Europa hipócrita que se llena la boca de democracia y derechos humanos mientras alimenta o permite guerras en todas partes y cierra las fronteras a sus víctimas. Es así, haciendo cosas juntos, entre vivos indignados y dolidos, como se evitarán los futuros bombardeos sobreGaza (o sobre Alepo) o, al menos, se evitará dar la razón a los que matan y quitar la humanidad, antes de que los maten, a los que mueren.
11/07/2014
Santiago Alba Rico es filósofo y columnista.
Israel. Palestina
Domingo 20 de julio de 2014
Sobre la responsabilidad de los periodistas, de los medios y de Palestina
Marwan Bishara

Las contradicciones entre el liberalismo y el imperialismo occidental han deformado la visión de los periodistas de los medios dominantes.

Los palestinos pueden ser pesados a veces, de puro paranoicos. Piensan que todos los occidentales les odian. Y si se juzga por sus reacciones de estos últimos días, está claro que ningún medio les merece perdón. La manera en que critican a la CNN, la BBC y Al Jazeera América prueba claramente que son paranoicos.

¡No se ve que todo su país esté ocupado! ¡O que todo su pueblo esté desposeído! Pero, si, ¡es cierto!: su país está ocupado y están desposeídos. De hecho, Palestina está asediada y los palestinos se rebelan una vez más.

¿Y qué? ¡Ser víctimas de 70 años de ocupación y de 70 años de desposesión no le pone a nadie por encima de toda crítica y de toda sospecha! ¡Es como si los medios occidentales estuvieran en contra de los palestinos!

¿Me equivoco? ¿Están en su contra? Es en cualquier caso lo que piensan los palestinos que viven en Occidente. Cuantas recriminaciones...
Esta parcialidad desacomplejada de los medios ha llevado a gente como Yusef Munayyer, el director de la Fundación Jerusalén, a preguntarse si la “CNN no se había convertido en el medio oficial de Israel”. Munayyer cita el reportaje de la CNN del 30 de junio sobre la muerte de los tres colonos israelíes que daba la palabra a tres israelíes: el antiguo embajador israelí en los Estados Unidos (que ahora es analista de la CNN); el actual embajador israelí en los Estados Unidos y Mark Regev, el portavoz oficial del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

Y, ¿cuántos palestinos han sido invitados a expresarse sobre la violencia a gran escala y el castigo colectivo infringido a su pueblo por la máquina militar israelí? “Ninguno” según Munayyer.

Sin embargo, ¿no es exagerado hablar de parcialidad? ¡Después de todo el número de israelíes invitados a pronunciarse sobre el avión desaparecido en vuelo de la compañía malasia era poco más o menos le mismo!

Gracias a Dios, no se puede acusar a Al Jazeera América (AMAM) de lo mismo, pues dan la palabra a algunos palestinos. Y sin embargo, el palestino Ali Abunimah se ha quejado, tras haber hablado en la emisora, de que David Shuster, el periodista de AMAM que le entrevistaba “le había hecho sufrir un interrogatorio más propio de un abogado de Israel”. Y de hecho, muchos de quienes siguen a Abunimah en Twitter han lamentado que la entrevista “tuviera el aire de haber sido realizada por la FOX”.

A Abunimah le chocó que el periodista le preguntara porqué no expresaba su simpatía y sus condolencias a las familias de los colonos; además, en lugar de condenar la indiferencia lamentable de Hamas, tuvo el mal gusto de lanzarse a una vehemente denuncia de la ocupación israelí y del apartheid, como si fuera el momento y el lugar para entregarse a ese tipo de diatriba cuando se supone que todos ponemos las banderas a media asta y respetamos los tres días de duelo, igual que hace Israel cada vez que un palestino es asesinado.

Bien, de acuerdo, Israel no lo hace. Pero abren una investigación, cantidad de investigaciones que desembocan siempre en otras investigaciones. A pesar de ello, las recriminaciones no cesan; son incluso contagiosas. Resulta ahora que los palestinos y quienes les apoyan llevan a la BBC ante los tribunales para saber por qué el medio británico, en su promoción de Jerusalén, la califica de “ciudad israelí”.

¡Hay que ser tiquismiquis! Cuando se sabe que toda Cisjordania, Jerusalén-Este incluido, ha vuelto al fin al seno de sus “legítimos propietarios” bajo el nombre de “Judea y Samaria”, ¿por qué preocuparse por la forma en que la BBC habla de Jerusalén? Verdaderamente hay que estar loco.

Desgraciadamente, nada de esto tiene gracia. Es incluso completamente penoso cuando se piensa en todos los sufrimientos que engendra en todos quienes sienten cercana Palestina.

A propósito de los hechos y de la ficción

La primera responsabilidad de un periodista es establecer los hechos. Todo el mundo, incluyendo los israelíes y los palestinos, tiene derecho a su opinión, pero no a su versión de los hechos.

Si nos alejamos de los hechos, la ficción o la propaganda pueden complicar los problemas políticos en lugar de clarificarlos. Y una vez que los hechos son establecidos, los periodistas deben esforzarse por comprenderlos sin ideas preconcebidas para llegar lo más cerca posible de la verdad de la situación.

¿Está ocupada Palestina? Sí. ¿Jerusalén este está ocupado? Sí. ¿La cobertura mediática occidental está completamente sesgada a favor de Israel? Por supuesto. Y es muy fácil de demostrar.

¿Es Hamas un subproducto de la ocupación israelita? Sí. Exactamente igual que Hezbolá es un subproducto de la ocupación israelí de Líbano, al-Shabab un subproducto de la ocupación etíope de Somalia, al-Qaeda de la ocupación soviética de Afganistán y el Estado Islámico de la ocupación estadounidense de Irak. La historia habla por si misma.
¿Porqué Hamas llama a la violencia contra Israel en lugar de expresar sus condolencias cuando mueren unos israelíes? Porque es lo que le parece más propicio para estimular el espíritu de resistencia de un pueblo que sufre una ocupación opresiva y criminal.

¿Ha sido Hamas quien ha matado a los tres jóvenes colonos israelíes?

¿Periodistas o policías?

Es completamente normal que un periodista investigue con la habilidad de un fiscal para comprender las causas de los problemas importantes. Como policías, los periodistas se interesan por los hechos, pero a diferencia de los policías, no están encargados de hacer respetar la ley, ni siquiera en teoría.

Los periodistas tienen el deber capital de descubrir y examinar, ejerciendo su espíritu crítico, la responsabilidad política fundamental, muy a menudo indirecta, que ha llevado a una situación de violencia.

Es evidente que una ocupación militar es un sistema basado en la violencia que no funciona más que por la fuerza; un sistema que produce hasta el infinito lo que él mismo practica: la violencia. Ninguna acción, por terrible que sea, debería jamás ser cortada del contexto de violencia que la ocupación implica. Cuando un periodista separa los casos individuales de violencia del contexto más amplio de la violencia colectiva, da pruebas de irresponsabilidad en el plano moral y de deshonestidad en el plano periodístico.

La ocupación no es un problema teológico o religioso. No es un problema de musulmanes, de judíos, de árabes y de israelíes. Se trata de poder, de pretextos sobre los que ese poder se apoya y de sus ramificaciones.

Una ocupación civil, con su cortejo de colonias -consideradas como ilegítimas y contrarias a la Convención de Ginebra por el Consejo de Seguridad de la ONU- en los Territorios Ocupados palestinos es igualmente violenta.

Es lógico pensar, como hacen los palestinos, que debido a que Israel continúa haciendo crecer sus colonias, ilegalmente y por la fuerza, a pesar de la reanudación del proceso de paz, él es el verdadero responsable de la violencia que reina entre los dos campos: los colonos y la población local.

¿Periodistas o diplomáticos?

Los periodistas no tienen vocación de poner de acuerdo a dos campos opuestos elaborando un compromiso: ese es el papel de los políticos o de los diplomáticos. La primera responsabilidad de un periodista es dar las informaciones que permitan comprender una situación y sus perspectivas de forma imparcial y sin ideología. Pero eso no es todo. Los periodistas deben también interrogarse sobre la naturaleza de las fuerzas en presencia y sobre la forma en que ejercen su poder o abusan de él.

Dar a un nazi y a un judío el mismo tiempo de palabra no llevará a una visión sana del Holocausto. Igualmente dar a un racista y a su víctima el mismo tiempo de palabra no permitirá comprender el apartheid. Una exigencia así “de igualdad de trato” para probar una “neutralidad” es en el mejor de los casos un engañabobos. De la misma forma, dar a los portavoces de los dos campos el tiempo para demoler la línea oficial del otro no hace más que doblar el nivel de propaganda. Permitir el encuentro del ocupado y el ocupante a la sombra de la ocupación no es buen sino mal periodismo.

En realidad, los medios a los que les gusta hacer de abogados del diablo -una actitud que puede ser benéfica cuando permite una puesta en cuestión equitativa- harían mejor si renunciaran a la falsa dicotomía del a favor y en contra y se dedicaran a la organización de debates que permitan sacar a la luz los matices de una situación, lejos del discurso oficial, de las reivindicaciones habituales y de las frases prefabricadas.

¿Sensible y controvertido?

La tensión entre el liberalismo y el imperialismo occidentales y las contradicciones entre los valores de Occidente y su política han deformado desde hace mucho la visión del tercer mundo de los periodistas de los medios dominantes. Además, las intimidaciones, y en particular el miedo a las acusaciones de antisemitismo, han logrado corromper el planteamiento de los periodistas occidentales sobre el conflicto israelo-palestino. No digo que el antisemitismo no exista. Digo que el abuso de esta acusación por los agentes de propaganda sionistas ha alterado en gran medida la visión de los periodistas.

Está generalmente admitido que el conflicto israelo-palestino es un asunto sensible y controvertido que los periodistas deben abordar con precaución para no contrariar a poderosos miembros de la clase dirigente o el campo israelí occidental. Los periodistas saben que la acusación de antisemitismo puede destruir su carrera, por infundada que sea. Desgraciadamente no faltan devotos policías del pensamiento que no dudan en difamar a cualquiera que se atreva a criticar la Ocupación hasta que quede completamente aniquilado.

Pero esto no debe desanimar a quienes han optado por esta honorable profesión de hacer su trabajo con ética. En el caso presente, esto consiste en señalar de forma equitativa los errores y las malas acciones del gobierno israelí, de la Autoridad Palestina y del régimen de Hamas en Gaza.

Aunque los periodistas no tengan necesidad, como los doctores, de una licenciatura para ejercer su profesión y no tengan que temer condenas por negligencia profesional que les imposibilitarían ejercer su profesión, su responsabilidad en el desarrollo de una sociedad más sana no debe ser subestimada.

Marwan Bishara es un eminente analista de Al Jazeera. Ha sido anteriormente profesor de relaciones internacionales en la universidad americana de París. Ha escrito mucho sobre política mundial, y constituye una autoridad sobre las cuestiones de oriente medio e internacionales.
16/07/2014
http://www.info-palestine.net/spip.php?article14681
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR



REVISAR ESTOS ENLACES

http://www.globalpost.com/dispatch/news/regions/middle-east/140709/these-are-the-photos-gaza-too-graphic-for-some-news-media-to-show

Miércoles 28 de noviembre de 2012
Gaza
Eduardo Galeano

Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.

Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.

Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelí usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina. Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.

Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa. No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen. La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.

Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros. ¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA. ¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?

El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quién mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman daños colaterales, según el diccionario de otras guerras imperiales. En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.

Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.

Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.

La llamada comunidad internacional, ¿existe?

¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?

Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.

Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.

La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.




Sábado 19 de julio de 2014
Gaza
Ni agua, ni electricidad, ni alimentos: solo bombas
A l´Encontre

Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí y ministro de sanidad, ha ordenado el jueves por la noche lanzar una ofensiva terrestre sobre Gaza. Esto antes del viernes, el día del sabbat musulmán.

Un comunicado del ejército israelí ha declarado que la ofensiva implicará a “la infantería, blindados, cuerpos de ingenieros, artillería y equipos de información, combinados con un apoyo aéreo y naval”. El ocupante israelí ha amontonado decenas de miles de soldados en la frontera con Gaza para su ofensiva terrestre. La operación, comenzada el jueves 17 de julio por la noche, ha matado ya a varias personas.

Los hospitales están desbordados. Los médicos palestinos señalan la probabilidad de la utilización de gases incapacitantes. Las morgues rebosan de cadáveres. Esto en nombre de la “defensa de la población israelí” frente a los misiles que el sistema “Cúpula de hierro” neutraliza.

Según la ONU, en la franja de Gaza, al menos 1.370 casas han sido destruidas y más de 22.000 personas han sido desplazadas durante los recientes ataques.

La invasión progresiva no va sino a acentuar una forma de tortura impuesta a una población obligada a vivir en una prisión a cielo abierto: Gaza.

Las redes de electricidad y de agua están casi aniquiladas, lo que es una expresión de la ocupación de hecho de Gaza, pretendidamente evacuada en 2005. Así, Fathi Cheikh Khalil, el director de la Oficina de Electricidad de Gaza, declara a la AFP el 18 de julio: “Todas las líneas con Israel han sido cortadas. No recibimos ninguna electricidad de Israel. Habitualmente recibimos 120 MW. Hoy, cero”. Y añade: “Hemos pedido a la Cruz Roja que coopere con nuestros equipos para reparar ciertas líneas cortadas en Gaza. Hemos también pedido a los servicios de electricidad israelíes que reparen líneas de su lado, pero han respondido que era demasiado peligroso”.

A la penuria de alimentos y a la enorme subida de los precios se añade el riesgo de una crisis permanente de agua en la franja de Gaza. Desde el décimo día de los ataques aéreos israelíes, cerca de 600.000 gazauis se han encontrado con escasez de agua potable a causa de los bombardeos, según han señalado el martes 15 de julio varias asociaciones humanitarias.

La situación, que no se había restablecido más que parcialmente, les hacía temer, antes de la ofensiva terrestre, una crisis mucho más persistente. “ En unos días, el conjunto de la población corre el riesgo de carecer de agua de forma desesperada”, ha denunciado el martes 15 de julio Jacques de Maio, el jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Israel y en los Territorios Ocupados. “Si las hostilidades no se detienen, el problema no consistirá en saber si, sino cuando una población ya agotada sufrirá una grave penuria de agua”.

La operación “Margen protector” ha causado estragos considerables en las frágiles infraestructuras hidráulicas, particularmente en el sur del territorio. “ El aprovisionamiento en agua de más de 31.000 gazauis ha sido muy fuertemente alterado, incluso anulado en las ciudades de Gaza, Khan Yunis y Beit Hanun”, subraya Paolo Lubrano, el director de Acción contra el Hambre en los territorios palestinos ocupados. “El circuito hidráulico ha sido afectado en diez y ocho lugares: muchos pozos han sido destruidos, los daños son terribles”.
La situación está exacerbada por la intensificación de los ataques, que impide a los técnicos y los expertos proceder a reparaciones esenciales para la red. La muerte de varios de ellos ha llevado al servicio de distribución de agua a suspender todas las intervenciones sobre el terreno mientras la seguridad de su personal no pueda ser garantizada.

Las asociaciones humanitarias se organizan por tanto por su parte para paliar la amenaza de una grave penuria. Distribuyen botellas, envían tuberías de ocasión para reconectar las municipalidades a la red general. Pero su presupuesto no les permite tratar más que un tercio de las necesidades, según Paulo Lubrano.

Reservas de agua “cada vez más contaminada”

En la urgencia, las aguas residuales de las estaciones depuradoras dañadas han debido ser echadas al mar, sobrexponiendo a la población a las enfermedades. El sistema de saneamiento de Gaza es una problemática de salud pública de primer orden desde antes del conflicto: el 90% del agua de la franja está contaminada y no puede ser bebida.

Como ha subrayado un informe del Banco Mundial y del Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas (UNEP) publicado en 2012, Gaza, debido a sus débiles precipitaciones, depende casi completamente de su acuífero costero, una formación geológica compuesta de roca permeable capaz de retener el agua.

No obstante, el agua situada a alrededor de 300 metros de profundidad, “está cada vez más contaminada por los nitratos de las aguas residuales no controladas”, subraya el informe, según el cual la polución del acuífero podría hacerle inexplotable hacia 2016.

16/07/2014
 Redacción de A l´Encontre y contribución sobre la red de agua de Marie-Lorraine Tresca, La Croix
 http://alencontre.org/moyenorient/palestine/gaza-plus-deau-plus-delectricite-plus-de-nourriture-mais-des-bombes.html
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR



Viernes 18 de julio de 2014
Gaza - Palestina
Hamas va ganando
Michel Warchawski

En el momento de publicar en VS este artículo, ha comenzado la ofensiva terrestre de las tropas israelíes en Gaza. El número de muertos palestinos se eleva ya a 260. Esperemos que la prepotencia sionista que, como comenta M.W., parece que les hace perder la memoria de sus fracasos anteriores, les juegue una mala pasada cuanto antes. Red.VS].

Como se sabe, todas las guerras tienen un objetivo político, y la que está realizando el estado de Israel contra Gaza no es una excepción.

¿Guerra? Vista la correlación de fuerzas militares, el concepto es inapropiado: una agresión armada frente a una resistencia cuyo heroísmo no puede ocultar su debilidad. Así y todo, con sus cohetes poco eficaces, Hamas logra paralizar, desde hace ya una semana, la vida cotidiana de más de medio millón de israelíes y va, sin duda, a imponer al estado judío un compromiso no muy diferente del que acabó tras la agresión israelí del año 2011.

Abbas bajo presión

¿Cuál es el objetivo de Benyamin Netanyahu y de su gobierno? Por paradójico que pueda parecer, el objetivo es... Mahmud Abbas (Abu Mazen), siendo la campaña militar contra Hamas y Gaza solo un medio destinado a debilitar al presidente palestino.

Desde el secuestro de los tres jóvenes colonos, el primer ministro israelí había señalado a Mahmud Abbas como el principal responsable de esta operación, y sólo bajo la presión estadounidense los dirigentes israelíes se han visto obligados a cambiar de hombro su fusil y reconocer que los palestinos de Abbas no habían ahorrado esfuerzos para intentar encontrar a los secuestrados, aprovechando la ocasión para detener a decenas de militantes ligados -o no- a Hamas.

Para Israel eso no sea un inconveniente: “si no eres tú el responsable, lo es claramente tu hermano”. Por lo tanto, los dirigentes israelíes pasan a apuntar a Hamas, con el que Mahmud Abbas acaba de constituir un gobierno de unidad nacional: o bien Abbas rompe la alianza con Hamas, y pierde crédito así ante los ojos de la población, ampliamente favorable a la unión nacional, o bien se niega y se hace así cómplice de aquellos a quienes se les ha endosado la responsabilidad del secuestro y su trágico desenlace.

Quieren proseguir la colonización

Hamas ha desmentido estar detrás del secuestro y el asesinato de los tres colonos, lo que es por otra parte coherente con la decisión de constituir un gobierno de unión nacional con Abbas. Crean o no a Hamas responsable, Netanyahu y su banda han decidido atacar la banda de Gaza. Reflejo habitual de los diversos gobiernos israelíes: Gaza = Hamas = terrorismo; por lo tanto se golpea sin entrar en minudencias.

Cuando están siendo redactadas estas líneas [viernes 17 de julio, N. de la R.], se anuncian 122 muertos, civiles en su gran mayoría. Evidentemente, para los jefes de guerra en Tel Aviv no hay civiles en Gaza, sino una comunidad de un millón y medio de terroristas de entre 6 meses y 90 años... Recordemos: los centenares de misiles disparados desde Gaza los últimos meses no han hecho -aún- ni una sola víctima israelí, si no es, en Haifa, una mujer mayor, árabe, muerta, además, de una crisis cardiaca cuando corría a ponerse a cubierto durante una alerta.

Deslegitimando a Abbas, es el conjunto del proceso negociado lo que Netanyahu quiere echar por tierra, un proceso que la comunidad internacional entera querría ver salir del atolladero en el que los dirigentes israelíes lo han atascado voluntariamente. Para el gobierno israelí la dirección está puesta en un único objetivo: la prosecución de la colonización de Palestina. Todo lo que apunte a desviarles de esa dirección debe ser desbaratado, incluso al precio de centenares de víctimas inocentes en la banda de Gaza, incluso al precio del desbarajuste y la perturbación de la vida cotidiana de centenares de miles de israelíes.

Derrota para Israel, prestigio para Hamas

El problema para Netanyahu es que, con la respuesta de Hamas, ha contribuido no solo a aumentar el prestigio de la organización islamista -a costa de Abbas, lo que fastidia enormemente los cálculos estadounidenses- sino que en lugar de una victoria israelí, estamos ante un empate que significa de hecho una derrota israelí. Frente a un balance así se elevan voces, en la extrema derecha del gobierno de extrema derecha israelí, que demandan una ofensiva terrestre, es decir conquistar la banda de Gaza y ocuparla por un período indeterminado.

Si no fuéramos conscientes del precio exorbitante que pagaría la población gazaui por una aventura así, tendríamos ganas de decir al general Amidror, que está a la cabeza de la campaña a favor de una operación terrestre, ¿A que no te atreves? ¡Vete a Gaza! Si no tuvierais la memoria destrozada por la arrogancia, recordaríais Líbano y lo que cuesta ocupar una zona cuya población ha mostrado en numerosas ocasiones qué quiere decir la palabra resistencia.
17/07/2014
Hebdo L´Anticapitaliste -251
http://www.npa2009.org/actualite/palestine-un-zero-pour-le-hamas
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR






20/7/2014
Gaza: el gas en la mirilla
x Manlio Dinucci

Después de atacar Irak utilizando al EIIL para evitar el gasoducto entre Irán y Siria, ahora tratan de acabar con Hamas, que se opone al saqueo del gas palestino
 

Para encontrar una de las causas del ataque israelí contra Gaza hay que profundizar, porque esa causa se halla exactamente a 600 metros por debajo del nivel del mar y a 30 kilómetros de la costa de la franja de Gaza. Allí, en las aguas territoriales palestinas, se encuentra un importante yacimiento de gas natural, el llamado Gaza Marine, estimado en 30 000 millones de metros cúbicos y de un valor de varios miles de millones de dólares. Según un mapa elaborado por la agencia gubernamental estadounidense U.S. Geological Survey también existen otros yacimientos de gas y de petróleo en tierra firme, en Gaza y en Cisjordania.

En 1999, mediante un acuerdo firmado por Yaser Arafat, la Autoridad Palestina confía la explotación de Gaza Marine a un consorcio conformado por British Group y la compañía privada palestina Consolidated Contractors, que disponen respectivamente del 60 y el 30% de las acciones. El 10% restante correspondería al Fondo de Inversiones de la Autoridad Palestina. Se perforan 2 pozos, Gaza Marine 1 y Gaza Marine 2. Pero nunca llegan a iniciar la producción porque Israel, que quiere todo el gas a precios ínfimos, los bloquea.

A través del ex primer ministro británico Tony Blair, enviado del «Cuarteto para el Medio Oriente», se prepara un acuerdo con Israel, que priva a los palestinos de las tres cuartas partes de los futuros ingresos del gas y pone la parte que les toca en una cuenta internacional bajo control de Washington y Londres.

Pero, inmediatamente después de ganar las elecciones de 2006, el Hamas rechaza ese acuerdo, calificándolo de robo, y exige su renegociación. En 2007, el actual ministro israelí de Defensa Moshe Ya’alon declara que «el gas no podrá extraerse sin una operación militar que ponga fin al control del Hamas en Gaza».

En 2008, Israel desata contra Gaza la operación «Plomo Fundido». En septiembre de 2012, la Autoridad Palestina anuncia que, a pesar de la oposición del Hamas, ha reanudado las negociaciones con Israel sobre la cuestión del gas. Dos meses después, la admisión de Palestina en la ONU como «Estado observador no miembro» fortalece la posición de la Autoridad Palestina en las negociaciones. Pero Gaza Marine sigue bloqueado, lo cual impide que los palestinos puedan explotar la riqueza natural existente en su territorio.

La Autoridad Palestina se lanzó entonces por otro camino. El 23 de enero de 2014, durante el encuentro del presidente palestino Abbas con el presidente ruso Putin, se discutió la posibilidad de confiar a la compañía rusa Gazprom la explotación del yacimiento de gas de las aguas de Gaza. Así lo anuncia la agencia Itar-Tass, subrayando que Rusia y Palestina tienen intenciones de fortalecer la cooperación bilateral en el sector energético. En ese marco, además de la explotación del yacimiento marítimo de gas, se prevé también la de un yacimiento de petróleo en los alrededores de la ciudad palestina de Ramallah, en Cisjordania. Y la compañía rusa Technopromexport está dispuesta a participar en la construcción de una termoeléctrica de una potencia de 200 MW en la misma zona.

La formación de un nuevo gobierno palestino de unidad nacional, el 2 de junio de 2014, acrecienta las posibilidades de concretar el acuerdo entre Palestina y Rusia.

Diez días después, el 12 de junio, se anuncia el secuestro de los 3 jóvenes israelíes, encontrados muertos el 30 de junio, proporcionando así el 'casus belli' que da inicio a la operación «Margen protector» contra la franja de Gaza. Operación que forma parte de la estrategia de Tel Aviv, que busca apropiarse de las reservas energéticas de toda la cuenca del Levante, incluyendo las de Palestina, las del Líbano y las de Siria.

Y también encaja en la estrategia de Washington que, con su apoyo a Israel, trata de garantizarse el control de todo el Medio Oriente impidiendo que Rusia vuelva a ganar influencia en la región.

Estamos ante una mezcla explosiva, cuyas víctimas son –otra vez– los palestinos.

Il Manifesto / Red Voltaire
Polémicas declaraciones
Una diputada radical israelí Hogar Judío Ayelet Shaked pide que sean asesinadas todas las madres palestinas Por dar a luz a "pequeñas serpientes"
La diputada del radical partido israelí Hogar Judío Ayelet Shaked ha pedido la muerte de todas las madres palestinas por dar a luz a "pequeñas serpientes", según hizo saber hace dos semanas en su web de Facebook.

Una diputada radical israelí pide que sean asesinadas todas las madres palestinas
Una diputada radical israelí pide que sean asesinadas todas las madres palestinas
y además...
Netanyahu ordena al Ejército estar listo para ampliar la ofensiva terrestre
"Tienen que morir y sus casas tienen que ser demolidas. Son nuestros enemigos y nuestras manos deberían estar manchadas de su sangre. Esto se aplica igual a las madres de los terroristas fallecidos", ha escrito la diputada.

"Detrás de cada terrorista se encuentran decenas de hombres y mujeres sin los cuales no podría perpetrar atentados. Ahora todos son combatientes enemigos, y su sangre caerá sobre sus cabezas. Incluyo a las madres de los mártires, que les envían al infierno con flores y besos. Nada sería más justo que siguieran sus pasos", según el post que publicó el pasado 7 de julio.

"Deberían desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De lo contrario, criarán serpientes más pequeñas".

La diputada ha asegurado que "el pueblo palestino ha declarado la guerra a Israel, y con guerra hay que responder. Basta de referencias oblicuas: esto es una guerra contra el terror, no una operación, no una estrategia de baja intensidad. Las palabras tienen su significado".

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha sido uno de los primeros mandatarios que ha tenido conocimiento de estas declaraciones, que ha comparado con la mentalidad del Nazismo.

"Una diputada israelí ha declarado que las madres palestinas deberían ser asesinadas. ¿Qué diferencia hay entre esta mentalidad y la de Hitler?", ha hecho saber en declaraciones recogidas por el diario turco 'Hurriyet'.

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