JOSÉ M. MOJICA, ANGÉLICA ORTIZ,
ALEXANDER GÓMEZ, WILSON WALTER Y ALBEIRO PULGARÍN
Semillero de Estudiantes coordinado por el Profesor Albeiro Pulgarín, miembro de GECIPAP
Queremos agradecer en primer momento la oportunidad que nos ha dado la Revista EOLO; por permitirnos compartir reflexiones que nos lleven a defender la biodiversidad, en la búsqueda siempre inconclusa de posibilidades históricas que garanticen una administración de las ciudades con un enfoque ambiental, respecto a los recursos naturales y la diversidad territorial. Desde nuestros estudios en ciencia política vemos que pueden aportarse algunas herramientas que ayuden a pensar alternativas para la construcción de un futuro habitable en nuestro planeta, con el objeto de realizar las acciones necesarias para afrontar el desastre ambiental que experimentamos hoy.
Madre Tierra Para que la Madre Tierra no muera volvamos a danzar alrededor del Sol y de la Luna la danza del cóndor la serpiente el venado dejemos que nuestros corazones se desborden en cataclismos y engendremos el vacío con nuestras palabras dialoguemos en círculo, en el día y en media luna, en la noche hablemos en tiempo de ayer de ahora y de mañana con nuestros Yayas y nuestros Wawas encendamos con nuestro futuro | los contornos de todos los caminos avancemos como águilas a través de todas las vicisitudes e imprimamos en ellas la armonía de nuestros sueños Vigilemos con los más sofisticados radares la integridad de sus venas su aliento, su espíritu sus manos, sus manos constructoras del futuro del sueño la ternura del hermoso murmullo de la vida. Ariruma Kowii (Nación Quechua, Ecuador) |
PENSAR EN UNA POLÍTICA ECOLÓGICA
Uno de los principales problemas que trae consigo la epistemología moderna, es decir, el estudio teórico del conocimiento, radica en negar toda mirada de conjunto de la vida. Ha clasificado, por un lado, las ciencias exactas y, por otro, las ciencias sociales, como si tratara de dividir las ciencias y prácticas sociales siempre en esferas diferentes sin nada en común, sin una relación mutua, sin un fin ni proyecto de afirmación de la vida del ser humano y del mundo mismo. Así, por ejemplo, ha mostrado muchas veces como totalmente distintas y dispares las relaciones comunes que pueden establecerse entre la ecología y la política.
Esta epistemología moderna afirma un único método de adquisición de saberes, que termina por desconocer múltiples posibilidades en la creación del pensamiento y del saber humano, más aun, niega toda posibilidad de movimiento de conjunto. Esto significa, que la negación del movimiento de conjunto por esta epistemología moderna, lleva a omitir las relaciones entre los hombres y la naturaleza, las cuales establecen un escenario antropológico a través de una concepción que integra el mundo desde las múltiples interacciones, que constituyen el hábitat de todas las especies del planeta.
Mas, por otro lado, este no es simplemente el problema pues se terminaría aceptándose de una u otra forma que la clasificación de la epistemología es la única que debería solucionarse, la misma que fragmenta todo lo que rodea y está en el mundo. El problema real es de gran magnitud. Lo que está en juego somos los seres mismos en nuestro hábitat. Las necesidades y problemas que el mundo presenta como desafío al ser humano le exigen a éste la búsqueda de esa conexión perdida, de ese movimiento de conjunto, de ese proyecto común que afirme la vida en todo su esplendor sin negación ni fragmentación alguna. Todo ello, sin embargo, consiste en cómo realizar las posibilidades efectivas de tratar el deterioro del medio ambiente que se ha creado en nuestro entorno, en el hábitat, en el ecosistema.
Ahora bien, es un movimiento de conjunto el que puede ser una solución efectiva, donde la tierra es el lugar donde se manifiesta la vida y la muerte en toda su plenitud. Pues nadie negaría hoy, por ejemplo, en el caso de extinción o muerte de un ser viviente, cuando realmente éste muere, todo rastro de vida desaparece en él, es decir, todo lo que en la modernidad se llama diversidad biológica o todo lo que lo constituye internamente deja de vivir: muere su vida molecular, subcelular, celular, tisular, organológico, individual, poblacional, etc. Mientras que por otro lado, si le afirmamos la vida a este ser y la conservamos, todo en él sin exclusión alguna, vivirá. Así, pues, la muerte y la vida son movimientos de conjunto, sin embargo, está en cada ser humano elegir ya sea el movimiento de muerte o de vida; si elige el de muerte todo en él estará destinado a la muerte, pero si por el contrario, elige el de la vida, será él mismo el que vive.
Es en este sentido que la ecología y la política, tomando la elección por la afirmación de la vida, no se excluyen mutuamente sino todo lo contrario, se integran en la necesidad de comprender el mundo, en la búsqueda siempre inconclusa de acciones para afrontar el mejoramiento y preservación de ésta, de la vida, en la que está inserta el ser humano mismo. La ecología estudia el ambiente de todos los seres vivientes, sus interacciones y sus fenómenos vitales, y obviamente, el ser humano hace parte de este conocimiento. La política aborda las relaciones interpersonales de los hombres, sus relaciones de poder, las formas de construcción de sociedad y, por lo tanto, las acciones de intervención que éstos hacen consciente e inconscientemente a su medio ambiente, a su hábitat, a su ecosistema. Así, por ejemplo, si el ser humano destruye su hábitat, su lugar de pertenencia, su territorio, su ecosistema y todo su entorno es claro que, sin desconocer a los otros seres vivientes que habitan la tierra, el mayor afectado es el mismo ser humano. De aquí que cuando algo comienza a estropearse en la tierra, la ecología y la política, se tengan que preocupar mutuamente con ahínco en buscar soluciones no solamente posibles sino efectivas, o sea, radicales, con una mirada de conjunto de afirmación de la vida.
EL PODER CONSTITUYENTE Y LA BIODIVERSIDAD: ACCIONES POLÍTICAS Y ECOLÓGICAS:
Pensar en una política ecológica lleva a considerar que la defensa de la biodiversidad es un proyecto universal, al margen de ideologías, credos e intereses económicos que originan disputas por el poder, porque la protección y recuperación de la naturaleza reconcilia a todos sobre un proyecto político de largo plazo, por la necesidad de tomar conciencia sobre la situación negativa que experimenta la sociedad en el deterioro del medio ambiente, y la urgencia de emprender la búsqueda de soluciones de manera colectiva.
Por consiguiente, la defensa de la biodiversidad en tanto proyecto universal, corresponde al poder constituyente por la magnitud que trae consigo afrontar un cambio de largo alcance. El poder constituyente puede entenderse como una fuerza creadora que transforma lo constituido o, mejor, lo que está entre dicho y se ha establecido en la sociedad misma, por ejemplo, las instituciones y ambientes sociales que se habitan diariamente y que, de una u otra forma, para bien o para mal, afectan la vida tanto del ser humano como del mundo mismo. Así, con el poder constituyente se puede lograr una ruptura a través de la construcción de nuevas formas de ejercicio de poder en la sociedad constituida.
El sujeto titular de esta fuerza creadora es el pueblo e acuerdo a la Constitución de 1991 en el artículo tercero[1]. Sin embargo, es importante tener en cuenta para el análisis lo siguiente: toda sociedad se compone de múltiples factores reales de poder que determinan el orden político conforme a sus intereses y conflictos, y que se interrelacionan de diferentes formas, desde la deliberación hasta la violencia.
Estos factores reales de poder pueden dividirse en poderes abstractos o políticos. El primer tipo de poderes, no son legítimos en tanto expresan intereses que no son públicos, es decir, son privados o, mejor dicho, pertenecen sólo a unas pocas personas y sus dinámicas se asocian a la guerra y negación de valores como la dignidad humana, por lo tanto son crípticos, oscuros, secretos; ejemplo de estos poderes van desde las grandes multinacionales, instituciones del estado o pequeños grupos armados. Los poderes políticos, son de carácter público y, por ello, son legítimos porque su esencia filosófica consiste en la vida diaria de los seres humanos para afrontar un destino en común, y por eso son visibles y abiertos; el principal ejemplo de este poder son las relaciones de poder del pueblo, la soberanía popular que toma decisiones mediante diferentes procedimientos. Así, cabe decir, lo público se establece como la principal diferencia entre poderes abstractos y políticos. El poder constituyente primario, el pueblo, hace referencia a tiempos y espacios donde se expresa una fuerza que busca acciones para garantizar valores que permitan la vida en sociedad y en el planeta.
Ahora, cabe preguntar, ¿la destrucción de la biodiversidad que experimentamos en estos momentos históricos es un problema público o privado, es decir, pertenece a las márgenes de los poderes abstractos o poderes políticos? La respuesta es obvia y aparentemente simple: es un problema público, se enmarca en las márgenes de los poderes políticos, en el Poder Constituyente. Sin embargo, para desplegar las fuerzas que puedan generarse en el seno de la sociedad, que minimicen el impacto de la destrucción de la biodiversidad, se plantea ¿Cómo unir esfuerzos para tomar decisiones en defensa de la biodiversidad? ¿Qué iniciativas políticas han de tomarse frente a los poderes abstractos ya que son éstos los que están llevando la destrucción al límite? Para dar una solución a la problemática que golpea tanto al planeta como a nosotros mismos, es necesario afrontar estas preguntas fuertes con respuestas fuertes.
En este caso, se hace indispensable, desde cada ser humano, proponer nuevas formas de ejercicio del poder, que permitan transformar las relaciones que tenemos con el mundo y con nosotros mismos. De esta forma, se entiende que las demandas de un cambio no son tan apocalípticas porque incumben a todos los hombres que habitan el planeta, porque es la posibilidad efectiva cada vez más cerca de afirmar la vida misma, tanto la del ser humano como la de la tierra, frente a su negación experimentada en la destrucción de la biodiversidad.
De este modo, el Poder Constituyente se presenta como una propuesta que debe realizarse para tomar decisiones desde múltiples instancias políticas, territoriales y humanas; es decir, respuestas para la conservación de la biodiversidad del planeta que no es más que el lugar en el que habitamos todos y todas. Las diferentes manifestaciones del Poder Constituyente han consolidado, hasta el momento, una forma de expresión de deseos sociales, políticos, ambientales y económicos en la Constitución Política, y es necesario por lo tanto, realizarlo en su plenitud.
No obstante, la configuración y control de estos deseos sociales ha sido relegada y olvidada por los partidos políticos tradicionales que actúan como únicos interlocutores entre el Estado y la sociedad; dicho de otro modo, han estado desconociendo en su acción diaria los diferentes actores políticos y sociales constitucionalmente incluidos dentro de una nación multicultural como la colombiana. En este sentido, las dinámicas verticales del poder han dado pie a que se privilegien los intereses de los poderes abstractos, que buscan la obtención de beneficios económicos inmediatos aunque esto vaya en detrimento de la conservación de la naturaleza como única garantía del bienestar futuro.
Por lo tanto, se hace importante e indispensable el papel que tienen los diferentes movimientos sociales, porque son los que adquieren mayor importancia al buscar los mecanismos de inclusión en la defensa tanto del medio ambiente y la biodiversidad como de la vida social y política del país. De este modo, la racionalización del ambiente y la política tienen que tener un fundamento en una relación ecológica y política, en la cual, el ambiente es protegido para la dignidad humana, en la concreción real de la participación democrática y el poder popular.
Con ello, las expresiones del Poder Constituyente primario son decisivas al ser una voluntad política para la creación de un ambiente sano, recordando que el artículo 79 de la Constitución Política de 1991 plantea la participación de la comunidad en la toma de decisiones que puedan afectar la integridad del ambiente que habita.
ASAMBLEAS CONSTITUYENTES TERRITORIALES:
La situación de ineficacia constitucional ha causado el surgimiento de mecanismos de participación alternas como las asambleas constituyentes en los diferentes ámbitos territoriales. La ineficacia constitucional entendida como el incumplimiento de los principios constitucionales, como una transgresión normativa a las decisiones del poder constituyente primario.
Estas asambleas constituyentes han emergido entonces como alternativas populares ante la crisis de representación de los partidos, los conflictos sociales y armados, entre otras razones. Una asamblea constituyente es la máxima expresión de la participación democrática, pues en ellas se desenvuelve la libre deliberación, como el eje central para el desarrollo de una comunidad. Ahora bien, estas recientes iniciativas tienen su base en el reconocimiento del pueblo como la única fuente de la soberanía.
Por consiguiente, las asambleas constituyentes territoriales son propuestas que transforman las relaciones entre el estado y la sociedad civil, mediante el empoderamiento de la ciudadanía en la toma de decisiones, durante los procesos de formulación, ejecución y evaluación de políticas públicas. Estas experiencias de organización política local, invitan a cambiar las formas de concebir el ejercicio de poder desde el estado, reconociendo que el poder constituyente tiene las condiciones procedimentales para garantizar las acciones políticas necesarias para la administración local y regional, frente a la legitimidad, legalidad y efectividad del poder político.
En este sentido, la defensa real de la biodiversidad se puede materializar mediante una política ecológica ejercida por el poder constituyente, desde instancias locales, regionales, nacionales y globales en el camino arduo por la preservación de la vida. Asambleas constituyentes territoriales, como poder político en momentos y tiempos para la deliberación, sobre la toma de decisiones para actuar ante el destino común que tenemos como hombres en nuestro planeta tierra.
BIBLIOGRAFÍA:
ARENDT, HANNAH. ¿Qué es la política? Barcelona: Paidós, 1997.
BOBBIO, NORBERTO. Teoría general de la política. Madrid: Editorial Trotta, 2009.
INSTITUT DE RECHERCHE ET DÉBAT SUR LA GOUVERNANCE. Fuentes de legitimidad y mecanismos de articulación de las asambleas constituyentes territoriales en Colombia. Disponible en: http://www.institut-gouvernance.org/fr/dossiers/motcle-dossiers-53.html (Consultado el 16 de julio de 2010)
LASALLE, FERDINAND. ¿Qué es una constitución? Bogotá: Editorial Unión, 2004. [1]El artículo 3º de la constitución afirma: “la soberanía reside exclusivamente en el pueblo, del cual emana el poder público. El pueblo lo ejerce de forma directa o por medio de sus representantes, en los términos que la constitución establece”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario