lunes, 27 de junio de 2011

¿DE RETORNO AL ESTADO EN LA CRÍSIS DEL CAPITALISMO GLOBAL?


Por Edgar Ramirez Monsalve
Profesor titular Universidad nacional de Colombia sede Medellín
Doctor en Educación y Sociedad, Universidad de Sevilla, España
Miembro de GECIPAP

Resumen[1]

Las condiciones de crisis que se presentan en la actual coyuntura histórica, respecto al quiebre del modelo económico-estatal de neoliberalismo, que desarrolló el capitalismo salvaje, muestran que es una crisis que impacta negativamente aspectos nodales del Estado moderno en la era de la globalización.

Las élites de poder en América Latina le apostaron a vincularse a las coordenadas de la globalización dependiente y subordinada y capitalizaron la economía vía al mercado externo a través de las multinacionales, erosionando con ello, fortalezas del mercado interno, que se habían formado en la fase del capitalismo inducido o con apoyo de sectores económicos internos, de otro lado, el Estado le apostó a directrices de orden internacional articuladas a la multilateralidad de los organismos hegemónicos de la banca y la financiación internacional, que signaron y definieron políticas internas de gestión, administración y gobernabilidad.

Las variables e indicadores de bienestar, sostenibilidad, desarrollo y democracia social en la región, sufrieron un deterioro profundo, producto de la búsqueda de las élites gubernamentales de una modernización tecno-instrumental sin modernidad política democrática, que posibilitara desarrollo con equidad y ampliación del espectro democrático con ciudadanías activas.

Palabras claves: Estado, neoliberalismo, crisis, democracia, desarrollo, globalización, ciudadanías.

¿DE RETORNO AL ESTADO EN LA CRÍSIS DEL CAPITALISMO GLOBAL?[2]

Después de la embriaguez neoliberal, que copó a las inteligencias, políticos y gobiernos apologéticos del modelo mercado–céntrico, asistimos a la resaca, de quienes defendieron a ultranzas la mano invisible del mercado, como regulador de la economía, las relaciones socio-políticas y la actividad estatal.

Vivir para ver, el gobierno más neoliberal, el de George W Bush, clamando al parlamento de los EEUU para que, interviniera en la crisis de la burbuja especulativa financiera, que generó la quiebra hipotecaria de mayor magnitud en la historia moderna de los EEUU y arrastró consigo, bancos, corporaciones financieras, títulos y papeles de dudosa sostenibilidad y respaldo financiero.

El gobierno de Barak Obama financiando las multinacionales del sector automotriz, iconos del capitalismo  mundial, o interviniendo activos tóxicos del sistema financiero americano con los impuestos de los americanos, quienes a su vez, ven con preocupación como crece la tasa de desempleo y se incrementa el número de pobres ante la profundidad y la dimensión de la crisis.

Los gobiernos europeos, encabezados por uno de los gobiernos más neoliberales de Europa -el gobierno francés-, comienzan a diseñar un plan europeo (¿un nuevo plan Marshall?) para paliar la crisis que impacta a las bolsas y la economía de sus países.

Los anti-estatistas neoliberales, en la era del capitalismo globalizado, presencian hoy día, una crisis de la economía mundial de tal magnitud,  que el Nóbel de economía José Spiglez, la caracterizó para el sistema capitalista, como una  crisis análoga a la que vivió el socialismo con la caída del muro de Berlín.

Serán los economistas, los que califiquen las características de la crisis y le den desde su disciplina el nombre respectivo a ésta, igual los historiadores económicos, realizaran las comparaciones y diferencias de los tipos de crisis que ha vivido el sistema capitalista, incluyendo la actual.

Lo singular de esta crisis, es que aparece, cuando las alternativas al capitalismo salvaje, habían estado en retiro o francamente desdibujadas. El socialismo derrotado, el Estado de bienestar borrado y otras alternativas democráticas o Estado-céntricas ausentes.

Las declaraciones  y pronunciamientos de los gobiernos en el plano mundial (gobierno de los EEUU, el G-8), apuntan a la aparición de un intervencionismo de Estado, que por lo reciente no se configura como un nuevo modelo de intervención estatal análogo al  Estado de Bienestar; la intervención se remite de forma exclusiva a lo económico y por ende, las nuevas recomposiciones en esta intervención están en ciernes.

Toca preguntarse, ¿si los cambios operados en la economía afectarán y de qué manera el funcionamiento de lo institucional en los contextos globales, nacionales y locales? ¿Qué pasará con los distintos bloques de la era pos- guerra fría? ¿Cómo se replantearán los distintos pactos político-económicos, que surgieron en la era del libre comercio?

Si el libre comercio, pregonado por los tratados de libre comercio, rompió  las barreras de las fronteras nacionales y las soberanías estatales, al punto de colocar en vilo a  los Estados-nacionales, ¿qué pasará con las áreas del “libre comercio” y con el papel que cumplía el capital financiero especulativo?

El presidente Lula de Brasil, acaba de manifestar que se “termino la dictadura del fondo monetario Internacional”, se podría agregar la “dictadura” de la institucionalidad generada por el modelo neoliberal y la “dictadura” de la asimetría del “libre comercio“, donde el proteccionismo estratégico sólo operaba para los países del centro y sus instituciones, en detrimento de los países y la institucionalidad de la periferia. 

Después de toda crisis el sistema sufre cambios profundos, que aún no avizoramos, pero como lo ha registrado la historia, recaerá negativamente sobre el eslabón más débil, que para el caso, son las denominadas economías, y Estados nacionales de la periferia del capital.

Las elites latinoamericanas, tan solícitas a las recetas del centro capitalista, les tocara reformular el modelo económico, que desarrollaron intensivamente durante  éstas dos últimas décadas. Con el agravante que el modelo incrementó  el déficit social y político que ya era dramático en la región.

En lo social, aumentos marcados de pobreza, marginalidad e inequidad, aumentaron la brecha entre riqueza y pobreza absoluta, el modelo favoreció a pequeñas elites, que usufructuaron con creses el “reparto burocrático-económico del Estado”

En lo político, la gobernabilidad en la región quedó cuestionada por los desajustes institucionales y por las permanentes situaciones de ilegalidad e ilegitimidad, que acompañaron a los gobiernos en las distintas ejecuciones de políticas públicas, en particular, por el papel protagónico de los intereses corporativos de las multis y trasnacionales y los grupos económicos de poder monopólico.

Las corporaciones, los organismos multilaterales, la banca privada y  grupos financieros, marcaron los direccionamientos y las pautas de política económica, tributaria, laboral y social en los Estados latinoamericanos, al punto que el denominado monitoreo de estas entidades, se convirtió en el recetario de obligado cumplimiento para la mayoría de los Estados de la región.

Es de anotar, que en los últimos diez años, algunos gobiernos -Brasil, Ecuador, Bolivia, Argentina, Venezuela- rompieron parcialmente en la región con el modelo y le apostaron a fórmulas de mayor intervencionismo social, realizando cambios en la economía y la institucionalidad.

En estos cambios, lo destacable –independiente de la situación que viva cada Estado-nacional-, es la apertura a nuevas alternativas, respecto al modelo neoliberal, y la estructuración a formas de participación del Estado, en la defensa de la social y el intento de la búsqueda de ciudadanías activas, en la perspectiva de la modernidad incluyente.

AMÉRICA LATINA Y LOS IMPACTOS NEOLIBERALES

Un bosquejo de lo ocurrido, muestra como se adoptó e implementó el modelo y las consecuencias que éste trajo consigo, para el desarrollo socio-económico y político de América Latina.      
   
La región latinoamericana, estuvo influenciada en los 90, por el signo de la redefinición del papel del Estado y las tendencias marcadas por el neoliberalismo, con matices y graduaciones de acuerdo al rol del Estado y el          nivel de desarrollo que cada país había logrado en la región.

Los 90, constituyeron un punto de quiebre de tres décadas de discursos y esfuerzos encaminados a aclimatar el referente de Estado de bienestar, en su versión intervencionista, (influenciados por La Cepal -Comisión económica para América Latina-, a través de las teorías desarrollistas de crecimiento con redistribución), estas concepciones ocuparon el imaginario estatal y político de  la dirigencia latinoamericana entre los 60 y 80.

El referente teórico-político para el nuevo modelo, impulsado en los 90, con gran énfasis por los gobernantes latinoamericanos, tuvo epicentro en las directrices anglo-norteamericanas de la primera ministra inglesa Margaret Tatcher y el presidente norteamericano Ronald Reagan, y se acompañó con una prolija literatura, que exaltaba el triunfo de la hegemonía del capitalismo del norte, frente al socialismo y al capitalismo premoderno del sur.

Algunos hechos avalaban y coincidían con estas teorías, se presentaron las experiencias históricas de la caída del muro de Berlín y el fracaso del modelo soviético, como hechos que marcaban el fin de la historia, para alternativas diferentes a la capitalista.

La dirigencia latinoamericana, encontró el nuevo recetario ideológico en la crítica que occidente hacía del Estado de bienestar, en la versión del Walfare y asumió sin beneficio de inventario, el nuevo referente teórico del papel del Estado y el redireccionamiento del desarrollo, profundizando el modelo del capitalismo salvaje.

La ideología liberal decimonónica, con retoques, tornó en el pensamiento oficial  de las élites latinoamericanas, conceptos como: libertad de empresa, mercado, privatización, liberalización, apertura, globalización, adelgazamiento del Estado, más economía, menos Estado y gerencia privada, fueron lenguaje corriente en los gobiernos latinoamericanos.

La denominada década pérdida de los 80, sirvió de precedente histórico para el desmonte de políticas intervencionistas y del Estado de bienestar, en la mayoría de los países latinoamericanos; al no obtenerse el desarrollo, no se pudo ambientar un modelo de bienestar para los sectores marginados o subalternos, éstos no recibieron los subsidios que generosamente lograron los exportadores, industriales, comerciantes, financistas, banqueros y políticos, a través de las políticas económicas estatales.

Las directrices del Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional), complementaron el direccionamiento de corte neoliberal, al intervenir el estallido de la insolvencia económica de la región, manifiesta en la crisis de la deuda de la década de los 80, adjudicándole el subdesarrollo de América Latina, al excesivo intervencionismo estatal y al déficit fiscal de los erarios estatales.

El consenso de Washington de 1984 y la iniciativa para las Américas, proclamada en junio de 1990, por el entonces presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, George Bush (padre), signaron la política económica de la subregión, con la idea de que el libre comercio, era la llave maestra para la prosperidad hemisférica.

En la conferencia Latin American adjusment: How much has happened?” convocada por el instituto de Estudios Económicos Internacionales, con John Quilliamson a la cabeza, se formalizaron e institucionalizaron para América Latina, las directrices de política económica.

Entre ellas se destacan las reformas tributarias de corte indirecto donde se gravó el consumo o la demanda afectando amplios sectores de la población, desconociendo aspectos de equidad tributaria que comprometiesen la renta  y los altos ingresos de sectores de las elites económicas; recorte del gasto público en particular en inversión y  gasto social; privatización de las empresas estatales incluidas empresas estratégicas y de alta rentabilidad, desregulación económica estableciendo liberalización para inversión extranjera incluidos los capitales especulativos.

La matriz mercado-céntrica, se constituyó en el credo de referencia de la política y la gestión pública en América Latina, el mercado fue el partidor y punto de llegada para la acción del Estado, por ello, ante la ausencia de ideologías,  propuestas y proyectos políticos democráticos, las teorías de la gerencia a secas y la administración de corte privado y globalizador, coparon el imaginario estatal de las élites dirigentes latinoamericanas.

Los modelos de desarrollo, económico y social de corte neoliberal, estuvieron atravesados por variables e indicadores de corte macroeconómico o econométrico, donde primaron, conceptos de rentabilidad, eficiencia, eficacia, estabilidad, control y manejo del déficit fiscal, lo que en síntesis, identificaban los documentos del Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional), como economías viables o inviables en política económica.

Las variables sociales, quedaron tamizadas u olvidadas en la gestión pública. Los procesos de adelgazamiento del Estado tuvieron en la privatización el puntal de avanzada de la acumulación privada, el Estado delegó en el sector privado,  por concesión o ventas, políticas sociales como salud y educación, por esta vía, fondos y capitalizadores privados, se apropiaron de patrimonios, tradiciones e impuestos de los contribuyentes latinoamericanos.

América Latina no sólo se empobreció en los 90 e inicios del siglo XXI,  retrocedió respecto al desarrollo relativo logrado en los 70 y los 80, así lo indican diferentes metodologías de análisis, de lo económico y lo social para la región, que muestran como el espectro socio-económico, se acompañó de procesos de informalización e ilegalismos de diferente orden.


El “capitalismo burocrático y gangsteril”[1] hizo su agosto con capitales inflacionarios  y golondrinas que, con la permisividad y complicidad del capital financiero y las flexibilizaciones aperturistas de las economías, terminó convirtiendo a América Latina en paraíso fiscal, con el sofisma de la internacionalización.

El pillaje, como práctica burocrática y clientelista, rompió barreras éticas y de poder, al incorporar una inteligencia formada en los centros académicos de prestigio internacional, que a más de conocer de negocios internacionales, internacionalizaron sus ambiciones, globalizando sus prácticas corruptas y fraudulentas.

Las élites nativas, hicieron tránsito de escenarios nacionales a contextos mundiales, estableciendo negocios y negociados, con empresas multis y transnacionales o en el peor de los casos, sirvieron de testaferros del capitalismo gangsteril, en particular del narcotráfico, todo ello, en detrimento de los erarios públicos latinoamericanos.

Los partidos políticos latinoamericanos experimentaron, una profunda crisis de proyectos de dirección política, hoy son las agencias, bancos y organismos multinacionales y multilaterales de crédito, asesoría o consultoría, los que trazan las principales directrices de políticas públicas en América Latina, con la complacencia de las élites dirigentes, que encontraron fácil acomodo, tanto interno como externo, para vincularse a estas directrices en las teorías de la globalización y la desregulación económica.


La región, quedó inmersa en modelos de desarrollo económico y social, inscritos en los circuitos y ejes del poder, del gran país hegemónico del hemisferio EEUU, este país, profundizó a través de la deuda y la ayuda externa, los nexos de dominio y manejo en su patio trasero latinoamericano.

En el período finisecular del siglo XX y de inicios del siglo XXI, la denominada modernidad política en la región, al igual que la modernización, retrocedieron. Hoy somos agendados internacionalmente, por temáticas como: conflictos internos, desplazamiento, violación del DIH -Derecho Internacional Humanitario, violación de los derechos humanos, narcotráfico, trata de blancas, lo que demuestra que la globalización y el modelo neoliberal poco contribuyeron a desarrollar la vinculación a la modernidad global, preconizada por la dirigencia político-económica de la región.

Se puede señalar, que dicha modernidad fracasó, por el desarrollo del capitalismo salvaje, por la presencia de obstáculos para la realización plena de una democracia participativa, por la crisis profunda de las estructuras sociales, por la violación a los derechos humanos, las anomias sociales, la exclusión política, la persistencia tozuda de la violencia y el incremento de la informalidad y la  ilegalidad.

La sensación y vivencia permanente de la desesperanza, la pobreza y la exclusión social, así lo muestran en la América Latina de hoy, la cual debe emprender rutas críticas de construcción, reconstrucción de sus estructuras económicas, políticas y sociales, con base en modelos democráticos,  seculares, civilistas y ciudadanos.




ALTERNATIVAS POLÍTICO-ECONÓMICAS

De otro lado, el continente conoció esfuerzos interesantes en diversos procesos de democratización, es el caso de los países del cono sur y Centroamérica, que después de vivenciar regímenes políticos arbitrarios y dictatoriales, volvieron a la democracia liberal representativa.

Sin embargo, no lograron cumplir con todas las ilusiones que despertaron, para realizar el ejercicio pleno de las ciudadanías activas en lo político y en lo económico, el escenario se ensombreció con el incremento de la pobreza absoluta, la exclusión social y el cerramiento de la democracia.

Para otros países, el formalismo de la democracia liberal representativa, se vio remozado con ejercicios constitucionales de reformas estatales o cambios de las constituciones, todas ellas, bajo la férula de la modernización del Estado neoliberal, que encontró en las teorías de la participación restringida, el mejor argumento para democratizar dichas reformas.

En el apartado inicial, se hizo mención de la ruptura de algunos gobiernos, con la aplicación cerrada de las fórmulas del modelo neoliberal, es en la última década, donde se experimentaron en la región cambios de gran significación, invocando modelos de corte socialista, populares, democráticos o nacionalistas populares.

Independiente de las denominaciones de estas alternativas político-estatales, es destacable, su avance en políticas donde el Estado, enfatiza en la defensa de los sectores populares, enmarcando las políticas públicas a favorecer los sectores  más vulnerables de la población.

Las ideologías políticas de estos gobiernos, presentan enfoques nacionalistas, reivindican construcción de modelos socio-económicos y políticos autóctonos, en muchas ocasiones, reviviendo fervores históricos de liderazgos fundacionales de lo nacional.

Los cambios institucionales, son movidos por los apoyos de las bases sociales  a cada proyecto político, en algunos casos, se exhorta al pueblo desde el líder carismático y en otros se hacen cambios o refundaciones del Estado-nacional, desde la institucionalidad, dándole contenido democrático.

Aspectos como el de renegociación de la deuda externa, la defensa de los recursos naturales y energéticos, la autonomía respecto a los centros de poder financiero internacional, la postura crítica en los foros y organizaciones internacionales al modelo neoliberal, el privilegio de los intereses de los sectores populares caracterizan estas alternativas.

El camino emprendido por estas nuevas alternativas, ha dado lugar a replanteamientos en las relaciones de vecindad en la región y una configuración de bloques y formas de cooperación en distintos planos, les es común un sentimiento de crítica, reclamo y oposición, al papel que ha cumplido EEUU en el hemisferio.

Estas alternativas se han vinculado ideológicamente al foro social mundial, lo cual les ha permitido mantener una actitud vigilante al tipo de globalización fomentado por los países industrializados, la cual descansa sobre la expoliación de los recursos de las periferias mundiales.

No puede hablarse, de un modelo único alternativo al neoliberalismo en América Latina, porque existen aspectos diferenciadores, que dan cuenta de lo histórico, de la configuración de las estructuras estatales y del papel que cumplen las diferentes organizaciones políticas y sociales de cada sociedad específica y su forma de vinculación con el sistema político.

En lo económico, estas alternativas colocan al Estado, como el dinamizador de las relaciones económicas, se destacan reformas de las instituciones que orientan la política económica, como el papel de los bancos centrales, la política monetaria y cambiaria, los intercambios comerciales, se enfatiza en una economía, que esté al servicio del proyecto político, por encima de los intereses particulares o corporativos.

En lo social, la política de estas alternativas le apuestan a la inversión social, para elevar las seguridades humanas y los indicadores de bienestar y dignificación de la vida de los ciudadanos, el Estado impulsa, en cooperación de sectores de sociedad civil, proyectos que lleguen a sectores con los que se mantienen deuda histórica.

Las confrontaciones político-sociales con elites tradicionales, se expresan de diferentes maneras, van desde la discusión de políticas, el juego mediático, los apoyos extranjeros hasta los enfrentamientos de distinta condición.

Estos proyectos políticos, están en construcción y presentan grandes riesgos y serios problemas, cualquier evaluación integral es problemática y quedarían sólo en férula del análisis de coyuntura, no obstante, se han erigido en la región como modelos alternativos al hegemónico modelo neoliberal, que cruzó la vida política de la región en estas dos últimas décadas.

La actual coyuntura político-económica, esta pasando cuenta de cobro al fundamentalismo del mercado, y no lo hacen sólo los opositores al modelo, como en décadas pasadas, lo hacen los resultados catastróficos que muestran una hecatombe de gran magnitud en la economía globalizada.

América Latina, como parte de periferia mundial globalizada, comienza ha resentirse respecto a indicadores de crecimiento, desarrollo y sostenibilidad en sus economías, los sectores externo (motores de la globalización) comienzan a ser subsidiados por los Estados- nacionales para ser competitivos.

¿Será que la actual crisis nos manda de vuelta al mercado interno y a  proteger a los sectores estratégicos, como la producción de alimentos y materias primas? ¿Quizás la crisis nos retorne a pensar en el papel del Estado, como Estado social de derecho, como lo pregonan mayorías de las constituciones políticas de la región?          


BIBLIOGRAFÍA

ARANGO, Rodolfo (2008): “Derechos humanos como límite a la democracia”. Bogotá: Ed. Norma.

BAJO, Rosa y otros (2003): “El movimiento antiglobalización en su laberinto”. Madrid: Catarata.

GARCÍA SANCHEZ, Miguel (2003): “Ciudadanía avergonzada-Democracia local y construcción de ciudadanía en Bogotá”-. Bogotá: Ceso – IEPRI.

LEVY, Bettina y otros. (2008): “La Política en movimiento –identidades y experiencias de organización en América Latina”-. Buenos Aires: Clacso.

PNUD –Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. (2006): “La Democracia en América Latina”. Buenos Aires: Alfaguara.


[1] Expresión utilizada por el profesor Gilberto Tobón Sanín en la conferencia Marx y el problema de la Política. Ciclo de conferencias: Grandes pensadores de la Política. Medellín 2007

[1] Publicado en la revista de Ensayos de Economía No. 35. Diciembre Enero/2009.
[2] Edgar Ramírez Monsalve, profesor Titular Universidad Nacional de Colombia –Sede Medellín-

No hay comentarios: